ACTIVIDAD
1. LEE EL SIGUIENTE TEXTO EXTRAÍDO DEL MUNDO DE SOFÍA Y HAZ UNA HERMENEÚTICA DEL MISMO.
2. MESA REDONDA
–SANTO TOMÁS DE AQUINO
El
filósofo más grande y más importante de la Alta Edad Media fue Tomás de Aquino,
que vivió de 1225 a 1274. Nació en la pequeña ciudad de Aquino, entre Roma y
Nápoles, pero trabajó también como profesor de filosofía en la universidad de
Paris. Lo llamaron “filósofo”, pero también fue, en la misma medida, teólogo. En
aquella época no había en realidad una verdadera distinción entre “filosofía” y
“teología”. Para resumir podemos decir que Tomás de Aquino cristianizó a
Aristóteles de la misma manera que San Agustín había cristianizado a Platón al
comienzo de la Edad Media.
– ¿No era
un poco raro cristianizar a filósofos que vivieron muchos
Cientos de
años antes de Jesucristo?
–En
cierta manera sí. Pero cuando hablamos de la «cristianización» de los dos
grandes filósofos griegos queremos decir que fueron interpretados y explicados
de tal manera que no se consideraran una amenaza contra la doctrina cristiana.
De Tomás de Aquino se dice que “cogió el toro por los cuernos”.
–No sabía
que la filosofía tuviera que ver con las corridas de toros.
–Tomás de
Aquino fue de los que intentaron unir la filosofía de Aristóteles y el
cristianismo. Decimos que creó la gran síntesis entre la fe y el saber. Y lo
hizo precisamente entrando en la
Filosofía
de Aristóteles y tomándole sus palabras.
– por los
cuernos? Me temo que tendrás que
explicarte mejor.
–Tomás de
Aquino pensó que no tenía por qué haber una contradicción entre lo que nos
cuenta la filosofía o la razón y lo que nos revela la fe. Muy a menudo el
cristianismo y la filosofía nos dicen lo mismo. Por lo tanto podemos, con la
ayuda de la razón, llegar a las mismas verdades que las que nos cuenta la Biblia.
– ¿Cómo
es posible eso? ¿La razón nos puede decir que Dios creó el mundo en seis días?
¿O que Jesús era hijo de Dios?
–No, a
esa clase de “dogmas de fe”, solo tenemos acceso a través de la fe y de la
revelación cristiana. Pero Tomás opinaba que también existen una serie de
“verdades teológicas naturales”. Con esto se refería a verdades a las que se
puede llegar tanto a través de
la
revelación cristiana como a través de nuestra razón innata o natural. Una
verdad de ese tipo es, por ejemplo, la que dice que hay un Dios. Tomás opinaba
que hay dos caminos que conducen a Dios. Un camino es a través de la fe y la
revelación. El otro camino es a través de la razón y las observaciones hechas
con los sentidos. Bien es verdad que, de estos caminos, el de la fe y la revelación
es el más seguro, porque es fácil desorientarse si uno se fía exclusivamente de
la razón. Pero el punto clave de Tomas es que no tiene que haber necesariamente
una contradicción entre un filósofo como Aristóteles y la doctrina cristiana.
–¿Entonces
igual podemos apoyarnos en Aristóteles que en la Biblia?
–No,
no. Aristóteles sólo llega hasta un punto en el camino porque no llegó a
conocer la revelación cristiana. Pero recorrer una parte del camino no
significa equivocarse de camino.
Por ejemplo,
no es incorrecto decir que Atenas está en Europa. Pero tampoco es muy preciso.
Si un libro sólo te dice que Atenas es una ciudad europea, quizás sea también
conveniente
consultar
un libro de geografía en el que se te proporcione toda la verdad: Atenas es la
capital de Grecia, que a su vez es un pequeño país en la parte sureste de
Europa. Si tienes suerte, a lo mejor también te cuenta algo de la Acrópolis por
no decir de Sócrates, Platón v Aristóteles.
–Pero
también era verdad el primer dato sobre Atenas.
–¡Exactamente!
Lo que quiso mostrar Tomás es que sólo existe una verdad. Cuando Aristóteles
señala algo que nuestra razón reconoce como verdad, entonces tampoco contradice
la doctrina cristiana. Podemos acercarnos plenamente a una parte de la verdad
mediante nuestra razón y nuestras observaciones hechas con los sentidos son
precisamente esas verdades las que menciona Aristóteles cuando describe el
reino animal y el reino vegetal. Otra parte de la verdad nos la ha revelado Dios
a través de la Biblia. Pero las dos partes de la verdad se superponen la una a
la otra en muchos puntos importantes.
También
hay algunas cuestiones sobre las que la Biblia y la razón nos dicen exactamente
lo mismo.
– ¿Por
ejemplo que existe un Dios?
–Exactamente.
También la filosofía de Aristóteles suponía que había un Dios, o una causa
primera, que pone en marcha todos los procesos de la naturaleza. Pero no nos
proporciona
ninguna
descripción más detallada de Dios. En este punto tenemos que apoyarnos
exclusivamente en la Biblia y en la palabra de Cristo.
–¿Es
tan seguro que realmente existe un Dios?
–Naturalmente
es algo que se puede discutir. Pero incluso hoy en día la mayor parte de la
gente está de acuerdo en que al menos la razón del ser humano no puede probar
que no haya un Dios. Tomás fue más allá. Pensaba que basándose en la filosofía
de Aristóteles se podía probar la existencia de Dios.
–No
está mal.
–También
con la razón podemos reconocer que todo lo que hay a nuestro alrededor tiene
que tener una «causa original»,decía. Dios se ha revelado ante los hombres
tanto a través de la Biblia como a través de la razón. De esta manera, existe
una «teología revelada» y una «teología natural». Lo mismo ocurre con la moral.
En la Biblia podemos leer cómo quiere Dios que vivamos. Pero a la vez Dios nos
ha provisto de una conciencia que nos capacita para distinguir entre el bien y
el mal sobre una base natural. Hay pues «dos caminos» también para la vida
moral podemos saber que está mal herir a otras personas, aunque no hayamos
leído en la Biblia: «Haz con tu prójimo lo que quieres que tu prójimo haga
contigo». Pero también en este punto lo más seguro es seguir los mandamientos
de la Biblia.
–Creo
que lo entiendo–. Es más o menos como que podemos saber que hay tormenta tanto
viendo los relámpagos como oyendo los truenos.
–Correcto.
Aunque seamos ciegos podemos oír que truena. Y aunque seamos sordos podemos ver
los relámpagos. Lo mejor es, claro está, ver y oír. Pero no hay ninguna
«contradicción» entre lo que vemos y lo que oímos. Al contrario, las dos impresiones
se complementan.
–Entiendo.
–Más o
menos así es la relación entre la obra de creación de Dios y la Biblia. Sólo
mediante la observación de la naturaleza podemos reconocer que hay un Dios. No
resulta difícil ver que ama las flores y los animales, si no, no los hubiera creado.
Pero sólo en la Biblia encontramos información sobre la persona de Dios, es
decir, en su «autobiografía».
–Qué
ejemplo más bueno!
–Acabaré
con unas palabras sobre cómo Tomás de Aquino se quedó con la filosofía de
Aristóteles en todos los puntos en los que ésta no contradecía la teología de
la Iglesia. Este es el caso de la lógica de Aristóteles, de su filosofía del
conocimiento así como la de la naturaleza. ¿Te acuerdas de la descripción de Aristóteles
de una cadena evolutiva desde plantas y animales a seres humanos?
-Sí.
–Aristóteles
pensaba que esta escala señalaba a un Dios que constituía una especie de cumbre
de existencia. Este esquema se adaptaba fácilmente a la teología cristiana.
Según Tomás hay un grado evolutivo de existencia, desde plantas y animales hasta
seres humanos, desde los seres humanos a los ángeles, y desde los ángeles a
Dios. El hombre tiene, al igual que los animales, un cuerpo con órganos
sensoriales, pero el ser humano tiene también una razón con «pensamientos
profundos». Los ángeles no tienen tal cuerpo, por lo tanto tienen también una
inteligencia inmediata e instantánea. No necesitan “pensárselo» como los seres
humanos, no necesitan deducir algo de un punto a otro. Saben todo lo que pueden
saber los hombres sin tener que ir paso a paso como nosotros. Como los ángeles
no tienen cuerpo, tampoco morirán nunca. No son eternos como Dios, porque
también ellos fueron creados por Dios. Pero no tienen ningún cuerpo del que
puedan separarse; por tanto, no morirán nunca.
–Suena
maravilloso.
–Pero
por encima de los ángeles domina Dios. Él puede verlo y saberlo todo en una
sola y continua visión.
–Desgraciadamente
Tomás de Aquino también se quedó con la visión que de la mujer tenía
Aristóteles. Te acordarás de que Aristóteles pensaba que la mujer era algo así
como un hombre imperfecto. Opinaba además que los hijos sólo heredaban Las cualidades
del padre. Como la mujer era pasiva y receptiva, el hombre era el activo y el
que daba la forma. Estos pensamientos armonizaban, según Tomás de Aquino, con
las palabras de la Biblia, donde se dice, entre otras cosas, que la mujer fue
creada de una costilla del hombre.
–¡Tonterías!
– Además
debemos tener en cuenta que según Tomás la mujer es inferior al hombre sólo
físicamente. El alma de la mujer tiene el mismo valor que la del hombre. En el
cielo hay igualdad entre hombres y mujeres, simplemente porque dejan de existir
todas las diferencias físicas entre los sexos.